“Imagina tu proyecto, tu empresa, tu vida… con un buen mentor”. La verdad es que no habría mucho más que añadir. Este no es un eslogan comercial o una cita de autor, ni un apéndice más del refranero español. Tampoco una frase que atañe solo al mundo del emprendimiento. Simplemente es una opción vital: recomendable, disfrutable, muy enriquecedora. Y sobre todo, posible.
Una relación de mentoría tiene un recorrido, unas fases, un crecimiento mutuo, y un resultado final hacia el que dirigirse. No se centra únicamente en la ayuda sobre aspectos técnicos, sino que también se trabajan habilidades personales y emocionales a demanda del mentee (o emprendedor aprendiz). Construyendo un vínculo de igual a igual, transparente y beneficioso para ambas partes. Es decir, una relación adulto-adulto, basada en la confianza, que se aleja del paternalismo en el que un mentor ordena y el emprendedor ejecuta, y con un enfoque “ganar-ganar”.
Ayuda mucho a conseguirlo el partir de un conocimiento mutuo: cómo nos gusta trabajar, cuál será el canal de comunicación, cuál será el lugar preferible para desarrollar las reuniones, cuál es el horizonte temporal, el grado de compromiso, la prioridad e implicación en el proceso, etc. Tener un proceso articulado, procedimentado y pactado por ambas partes es clave para sacar el mayor partido a la relación.
En UnLimited Spain sabemos bien por qué es importante tener un mentor. Es por eso que todos los emprendedores de nuestros programas tienen un gran mentor asignado que les apoya durante todo el programa con visión estratégica, motivación, escucha activa o consejos imprescindibles para el crecimiento y expansión de la empresa, entre otras cosas.
Pocas son las áreas no mentorizables en un proyecto empresarial, ya estemos hablando de habilidades técnicas o personales. Tal y como se recoge en un reciente artículo de Harvard Business Review, hasta el perfeccionismo es mentorizable. Y cómo no, si se hace de la manera adecuada, con la posibilidad de obtener un buen resultado personal y profesional de enriquecimiento mutuo.
Pero la mentoría no es algo nuevo, ni tampoco responde a ningún tipo de moda. Remontándonos a la historia, no le faltaron argumentos a Ulises para buscar un mentor. Lo vemos en “La Odisea”, poniendo en marcha el primer ejemplo de mentoría en la historia. Ulises cedió a Atenea el rol de mentora para su hijo, Telémaco, en su ausencia por una larga campaña en Troya. Quizá no hubo una evaluación intermedia y posterior de la relación, tal y como hacemos en nuestra organización. Pero seguramente Telémaco aprendió mucho de Atenea, y viceversa.
Y no hay mejor señal de aceptar todo lo anterior, que ponerlo en práctica. La semana pasada tuve mi cuarta reunión con mi mentor, para poner en marcha un pequeño proyecto de emprendimiento social. El diagnóstico de la relación hasta la fecha tiene como resultado el ser una de las mejores experiencias personales y profesionales de mi vida. Y por suerte, continúa. A seguir disfrutando.
Alfonso Basco
Experto en mentoring